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“Y vi en la mano derecha del que estaba sentado sobre el trono un libro escrito de dentro y de fuera, sellado con siete sellos.
Y vi un fuerte ángel predicando en alta voz: ¿Quién es digno de abrir el libro, y de desatar sus sellos?
Y ninguno podía, ni en el cielo, ni en la tierra, ni debajo de la tierra, abrir el libro, ni mirarlo.
Y yo lloraba mucho, porque no había sido hallado ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo.
Y uno de los ancianos me dice: No llores: he aquí el león de la tribu de Judá, la raíz de David, que ha vencido para abrir el libro, y desatar sus siete sellos.
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Y él vino, y tomó el libro de la mano derecha de aquel que estaba sentado en el trono.
Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro animales y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero, teniendo cada uno arpas, y copas de oro llenas de perfumes, que son las oraciones de los santos:
Y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro, y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y nos has redimido para Dios con tu sangre, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;
Y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.
Y miré, y oí voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los animales, y de los ancianos; y la multitud de ellos era millones de millones, que decían en alta voz: El Cordero que fué inmolado es digno de tomar el poder y riquezas y sabiduría, y fortaleza y honra y gloria y alabanza.
Y oí á toda criatura que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y que está en el mar, y todas las cosas que en ellos están, diciendo: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la bendición, y la honra, y la gloria, y el poder, para siempre jamás.
Y los cuatro animales decían: Amén. Y los veinticuatro ancianos cayeron sobre sus rostros, y adoraron al que vive para siempre jamás.”
Apocalipsis 5:1-14
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Yo llevaba dos niños de mis manos hacia la cima; a la derecha iba Pablo, mi hijo mayor, él parecía como si tuviera nueve o diez años, y a mi izquierda iba un niño de la misma edad, que me era totalmente desconocido y que aún hoy lo sigue siendo; no sé quién era.
Rápidamente llegamos a la cumbre y se podía ver fácilmente el otro lado, íbamos de sur a norte. La cima de la montaña era de aproximadamente doscientos metros de longitud. A la derecha y a la izquierda había edificios entre rocas y curiosamente también había grutas y cuevas. Cada edificio, gruta y cueva estaba rotulado arriba de su entrada. Todos los edificios que miraba al pasar, a uno y otro lado, estaban muy destruidos; si acaso se podían mantener en pie en medio de la bella montaña. Al inicio del recorrido en la cumbre del monte, de sur a norte, pude divisar al fondo, en el Norte, una Gloria impresionante que brillaba en el cielo.
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Mientras avanzábamos hacia el norte, donde estaba la Gloria del Señor, el niño desconocido se me escapó de mi mano y se metió en una cueva profunda cuyo nombre era Humanismo. Yo intenté seguirlo para sacarlo de ahí, pero el Espíritu Santo me lo impidió, ordenándome que avanzara derecho, hacia el frente donde estaba la Gloria.
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Sentí profunda paz, no tenía temor ni preocupación; bajo este dominio propio obrando por el Espíritu Santo le dije a mi hijo Pablo; “vamos a enfrentar al león”. Ni siquiera había acabado de decir aquella oración cuando a nuestra derecha, en lo alto de la montaña y saliendo de entre las piedras doradas, apareció un león más grande aún. Este león gigantesco era hermosísimo, sus ojos eran como llama de fuego. Su color era blanco brillante como la plata bruñida. De inmediato saltó vigoroso sobre Satanás, el león amarillo; éste al ver al león plateado grito lleno de pánico: “el león de Judá”. No había terminado de pronunciar el Nombre cuando el León de Judá le cayó encima haciéndole pedazos. Nosotros miramos impactados la escena. El camino hacia la Gloria quedó despejado, el León de Judá permaneció a nuestro lado y caminó con nosotros hacia nuestro destino. Rumbo a la Gloria, a los lados del Norte… terminó la impresionante experiencia. La Presencia del Señor llenaba mi cuarto al despertar literalmente Su Gloria Manifiesta estaba allí. Me quedé quieto y en profundo silencio esperando Su voz a mi espíritu y una explicación de lo vivido y de las imágenes e impresiones recibidas. Jehová no tardó en hablarme.
Detallo seguidamente lo que el Espíritu de Dios dijo a mi corazón:
“Hijo, la montaña que subiste representa el esfuerzo que será necesario realizar para subir a otro nivel ministerial; ese monte representa el precio a pagar por ti y por muchos para subir hacia otro nivel de unción y revelación. Montañas son metas, batallas, luchas, pruebas, decisiones por tomar. Hijo mío, los niños que llevabas de la mano representan a mis ministros y lideres fuertes. El de la mano derecha que a veces era tu hijo Pablo y otras veces tu hijo Ronny, representa a tus hijos naturales y a tus hijos ministeriales que se dejarán guiar por ti, por tu unción y mano apostólico y profético. Ellos alcanzarán por su fidelidad a mí y por su lealtad a ti, la Gloria misma, ellos no caerán en trampas del mundo ni a derecha ni a izquierda. Ellos serán dóciles y caminarán hacia donde tú les lleves bajo tu cobertura y cayado de padre ministerial. El niño también representa a los hijos ministeriales de otros apóstoles que bajo la misma visión apostólica de los últimos días les llevarán hacia mi Presencia en adoración plena.
El niño desconocido, el de la izquierda representa a todos aquellos ministros y lideres que no son hijos de tu ministerio, pero que siendo pueblo de Dios, han oído del mover apostólico y profético, pero caen en la tentación de seguir doctrinas humanas, filosofías, religión o humanismo. Su afán por tener conocimiento natural los alejará de ti y de mis apóstoles y les hará caer presas del humanismo y quedarán listos para ser transformados como ovejas para el matadero, Jezabel y el espíritu de hechicería y manipulación los podrá degollar si no hay arrepentimiento en ellos. La única salida y ayuda para estas ovejas de matadero o líderes humanistas está en volverse a mis apóstoles y profetas y a sus coberturas.
El león amarillo, es desde luego Satanás que tratará por todos los medios de impedir que tú y mis adoradores (muchos con tus hijos) lleguen al final de su destino, el cual es la Gloria, un “Mayor Peso de Gloria”. El atacará y tratará de amedrentar a mis hijos adoradores. No le tengas temor, está derrotado, sólo preocúpate por buscar la salida a su provocación, está se llama Adoración. Adórame siempre, enseña a tus hijos y a tus discípulos a adorarme en espíritu y en verdad. La cueva “Adoración” es una figura que usé para mostrarte que mientras mis siervos me adoren el enemigo no podrá tocarles.
El león plateado, no es blanco, es plateado brillante, es el León de Judá, tu Defensor y Redentor Jesús. Manifesté a tu espíritu Su Poder y Cobertura a través de la plata, el símbolo de la Redención y del precio pagado por tu victoria. Es el León de Judá Quién se activa a favor de mi pueblo en cada batalla cuando me adoran con pasión. Él, el León de Judá, caminará contigo y con tus herederos apostólico hasta el final del destino señalado por mi Espíritu, la Gloria Shekinah.
Hijo mío, sigue adelante, no te detengas, vencerás cada obstáculo que Satanás ponga en el camino, la cima es tuya, el Norte es tu Destino.
Recuerda lo que dice mi palabra:
“Grande es Jehová, y digno de ser en gran manera alabado
En la ciudad de nuestro Dios, en su monte santo.
Hermosa provincia, el gozo de toda la tierra,
Es el monte de Sion, a los lados del norte,
La ciudad del gran Rey.
En sus palacios Dios es conocido por refugio”
Salmo 48:1-3
EXC!!!
ResponderEliminarEXC!
ResponderEliminarMaravilloso,Gloria a nuestro Dios todopoderoso y a Jeshua el Leon de Juda Santo es su nombre
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